Es un hecho incontestable que la moral y la filosofía han sido totalmente desplazadas dentro del sistema educativo. A uno le queda la duda de si es algo planificado por unos poderes en la sombra, es un síntoma más de incompetencia o es una mezcla de ambas. No descubro el agua caliente si hablo que a cualquier poder establecido le interesa que la gente que tiene por debajo en la escala social carezca de espíritu crítico y se plantee y dude del sistema desde la raíz. A veces y quizá desde un exceso de celo por mi parte, me planteo de si al sistema también le interesa tener una aparente serie de enemigos llamados <<antisistema>> que dan espectáculo mediático y la sensación de una virtual libertad de movimiento (y pensamiento)...
Si todo el desprecio que desde las autoridades políticas y educativas hacia las humanidades y en concreto hacia la filosofía fuese un plan perfectamente urdido para desabastecer de herramientas críticas al individuo, y esto le encamine a ser obediente y cerril, al menos sabríamos que la ponen en valor y por eso luchan contra ella e intentan eliminarla del sistema educativo. Aún sería peor si fuese por la incompetencia del que cree que son materias sin utilidad práctica, que como no generan unos beneficios inmediatos a nivel económico, son fácilmente renunciables. Si además ese desprecio, cuenta con la connivencia del grueso de la sociedad que obnubilada por los avances científicos y tecnológicos del Mátrix capitalista con un agente Smith llamado <<los mercados>> que nos ha convencido de que hasta la gran ciencia ante la cual nos postramos, también debe estar al servicio de la economía, no deja mucho lugar a la esperanza. Se ha llegado a límites en que hay personas que quieren llevar a sus hijos a ciertos colegios de pago, no ya porque quieran darles la mejor educación posible que a su entender es a golpe de talonario, no, los llevan a esos colegios porque han llegado a la conclusión que al criarse en esos ambientes, su círculo de amistades le reportaran unos buenos contactos el día de mañana que le harán estar bien posicionado socialmente.
Estos ejemplos pondrían de manifiesto que cada vez más lejos puede verse la tierra prometida para la diáspora filosófica, entonces, qué sentido tiene luchar si además al pensador crítico se le considera un beodo de razón, que aun siendo verdad sus palabras, nadie acaba haciéndole caso por temor a ser considerado también un borracho. A esa pregunta nos deberíamos dar todos una respuesta basada en una ética que seguramente, no nos habrán enseñado en la escuela visto lo visto…
Editado por Radimov
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