La "coronación" de Napoleón



Por fin era dos de diciembre de 1804, Notre-Dame estaba abarrotada de flores; a las piedras, fuentes y estatuas de París se les había sacado lustre con cerdas de jabalí. Se habían dispuesto todos los detalles de protocolo desempolvados de los tiempos de Luis XIV para que la coronación pareciera legítima...


Hoy sí Napoleón estaba de buen humor, pues había pasado unos días algo contrariado por tener que casarse a prisa y corriendo con Josefina, por exigencias del Papa: <<o te casas por la iglesia o no voy a tu coronación>> debió decir más o menos Pío VII a las puertas de París cuando Napoleón salió a recibirle, de malas formas por cierto, porque ni besó su anillo, ni le presentó las debidas muestras de respeto. Ocho años antes y siguiendo el postureo de la época (a qué me recuerda) habían decidido no casarse de manera oficial, pero Josefina no había quedado muy convencida, así que cuando el Papa forzó la situación, debió dar saltos de alegría, pues eso le convertiría en Emperatriz (oh yeah).

A todo esto, que Pío VII había venido a la coronación de Napoleón no por gusto, sino porque aún a en contra de la opinión de la Curia romana, pensaba que si le seguía el rollo a <<Le Petit Cabrón>> devolvería el mando de la iglesia francesa al Vaticano ya que después de los setenta y siete artículos orgánicos que dos años atrás había promulgado el corso, la había puesto al servicio del estado francés.

Cuando todo el mundo estaba ya preparado en Notre-Dame, llegó Napoleón con el manto imperial, entre púrpuras y armiños (si no sabéis lo que es un armiño lo podéis buscar(no es el animal, que es lo primero que os saldrá)) avanzando lentamente hacia el altar mayor junto a una Josefina que con su porte y maneras, daba algo de gracia al acto. Ya todo el mundo estaba esperando que por fin Napoleón Bonaparte inclinaría su cabeza ante alguien, aunque fuera el Papa, para ser coronado (que poco conocéis al corso, coño). Pero no, lo que hizo fue coger él mismo la corona, corona por llamarla de alguna manera, porque era una diadema de laureles y... ¡Pam! ¡Coronau! Si amigos, se coronó él mismo. Debió pensar algo así como, tú serás el Papa, pero yo los tengo cuadraos. Hay que decir que Pío VII había sido informado de tal desplante y lo encajó haciendo de tripas corazón pero guardando la afrenta dentro de sus pontificios adentros. Después de esto, coronó a la ya emperatriz Josefina y el Papa se limitó a bendecirlos.

Ya no hubo muchas afrentas entre Napoleón y el Papa, bueno, al año siguiente el Emperador hizo prisionero al bueno de Pío, pero vamos, nimiedades. Si le sirve de consuelo a los fans de Pio VII, aún siendo veintipico años mayor que Bonaparte, aún murió dos años más tarde que el Emperador, ¡ala, tas quedao con un palmo narices majo!



Editado por El azezino zaduceo









No hay comentarios:

Publicar un comentario