QUERER NO ES PODER por Sundgren


<<Si quieres, puedes>>, <<puedes conseguir todo lo que te propongas>>; son frases que todos hemos escuchado de gente que nos alentaba para alcanzar nuestras metas. Evidentemente son motivadoras, y es importante verbalizar impulsos que nos permitan observar desde otro prisma las situaciones, pero hay que saber analizar la realidad de lo que la cita nos quiere transmitir y conocer sus entresijos si no nos queremos deprimir y estamparnos de morros con los objetivos incumplidos. Y no hace falta centrarse solo en el refranero popular, existe una conocida marca deportiva internacional cuyo eslogan:”Impossible is nothing”, tuvo repercusión mundial y disparó las ventas de sus productos.

El pensamiento de que la voluntad nos permite alcanzar nuestros sueños está tan extendido, que parece que cuando no se consigue lo que se desea, es porque no nos hemos esforzado lo suficiente o nos hemos equivocado en algo. 

Es verdad que hay que luchar por lo que uno sienta que deba hacerlo, por sus sueños. Es verdad que la voluntad y la motivación unida a la toma de decisiones que creemos correctas acortan el camino a recorrer para conseguir nuestros objetivos. Pero también es verdad que se ha producido un giro de 180 grados con el pensamiento de hace unas décadas. Antes, la mayoría de la gente pensaba que solo podían hacer lo que hacían, y no era cierto, y ahora, muchísima gente cree que si lo intentan de la forma adecuada y ponen toda su pasión, podrán hacer realidad sus sueños con total seguridad. Me parece que en ambas situaciones se equivocan en lo mismo, en obviar la realidad y las posibilidades de cada individuo. 

Se pueden plantear dos tipos de objetivos: los asequibles y realizables a corto plazo; y los ambiciosos y complejos a largo plazo. Con los primeros, nuestra voluntad para realizar las cosas seguirá intacta, nuestro ímpetu y motivación nos ayudaran a luchar las posibilidades y será factible lograr los retos. En los segundos radica el problema y la crítica de este tema porque las probabilidades de alcanzar nuestros objetivos se reducen y la consecuencia de no lograrlos nos puedan lastrar para el futuro. Y el problema de fracasar, no es el fracaso como hecho en sí, si no la decepción, la sensación negativa que se crea al no conseguirse. Es necesario fracasar, somos humanos, somos mortales, somos imperfectos, y aunque se tengan pocos defectos y se tomen las decisiones más correctas con los recursos más adecuados, las cosas, a veces, no salen bien. Y ante eso, no se puede hacer nada más que aceptar. Aceptar el fracaso como una parte más, como algo inherente a la vida, como un estado diferente del objetivo, no algo negativo, ni mucho menos pensar y obcecarse en que es culpa de la voluntad y de nuestra (in)capacidad de no haberlo conseguido. Miles de factores que se interponen entre mi yo y lo que busco escapan de mi poder, y sus azarosos (o no tanto) comportamientos nos impiden alcanzar lo que buscamos. 

Querer aumenta las posibilidades de poder, potencia la voluntad de alcanzar las metas y no ponerse obstáculos ni límites, incrementa las probabilidades de conseguir lo que buscas en un grado altamente superior al de otra persona que, tirada en el sofá, espera que lo que busca, aparezca. Pero querer no siempre es poder y tiene que ser así. No conseguirlo tiene que ocurrir alguna vez por mucho que quisieras, para ser consciente de que no eres más que una mierdecilla del cosmos, un ejemplar de una especie de mamíferos, una pequeñísima parte del planeta, y que con tus recursos, que están dispuestos para lograr la supervivencia, si consigues algo que trascienda más allá de tu ser, ya eres alguien grandioso.

Que la ambición no te deprima y que vivas el sueño de la vida sabiendo que viniste de la nada y que a la nada algún día volverás.




Editado por Sundgren

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